jueves, 22 de noviembre de 2007

Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría... y la comunidad?


Desde mediados del siglo pasado, factores como el desarrollo de nuevos psicofármacos y el establecimiento de un nuevo enfoque en relación a los trastornos psiquiátricos basado en criterios psicológicos, sociológicos y antropológicos, han contribuido a la evolución de los modelos de intervención en la salud mental de nuestro país (Minsal, 2002).

Es así que desde fines de los años cincuenta y principios de los sesenta se comenzaron a desarrollar distintas experiencias de trabajo a partir del marco de abordaje comunitario en salud mental. Estas se cristalizaron en perspectivas de trabajo por medio de la psiquiatría intracomunitaria y la salud mental poblacional (Alfaro, 1993).

Posteriormente en la década de los setenta y ochenta, bajo la dictadura del régimen militar, las políticas públicas orientadas a la salud mental surgen en el marco de un modelo de desarrollo completamente distinto a los anteriores, que fundamentado desde la teoría neoliberal, pone en el mercado el rol principal del desarrollo social y de la salud mental (Miranda, 2006).
Con el retorno a la democracia, el Estado comienza un proceso de modernización, que busca, entre otras cosas, mejorar la atención en salud mental e incluir la participación ciudadana en las políticas publicas (Araneda, 2005), convirtiéndose desde un modelo tradicional de atención psiquiátrica a uno orientado en lo comunitario (Miranda, 2006).

Esta transformación es impulsada a comienzos de los noventa por medio del Plan Nacional de Salud Mental, y posteriormente, a comienzos de este siglo, de la oficialización de un nuevo Plan Nacional de Psiquiatría y Salud Mental que en conjunto con el plan de Salud Mental (Minsal, 2001), apuntan a poner en práctica un modelo de atención fuera del contexto hospitalario, a través del desarrollo de diferentes dispositivos de atención de salud mental2 insertos en la comunidad, con el objetivo de buscar la reinserción en ésta de pacientes con trastornos psiquiátricos severos3.

De la revisión de estos planes se desprende que la participación de la comunidad vecina es un elemento cardinal para el funcionamiento de estas políticas, que dentro de sus principales metas buscan la reinserción de los pacientes con patología psiquiátrica severa a través de los distintos dispositivos de atención, denotando así la importancia de la reciprocidad con la comunidad para el éxito de estas intervenciones (Minsal, 2002).

A partir de lo anterior, resulta de suma importancia la actitud que tengan los vecinos hacia los pacientes portadores de una patología psiquiátrica severa, usuarios de los centros diurnos (UVM, 2005), mas aún, entendiendo que los síntomas y procesos tanto afectivos, cognitivos y conductuales que se utilizan para designar a una persona o grupo social como mentalmente sano o enfermo varían según las representaciones sociales y paradigmas científicos predominantes en cada cultura y periodo histórico (Alvarado 1999). El hecho que una persona sea considerada enferma o con un deterioro en su bienestar psicológico, no solo depende de las alteraciones emocionales o de la personalidad, sino también de las actitudes de la sociedad con relación a este tipo de alteraciones (Alvarado 1999).

Sin embargo, en el diseño de éstas políticas de intervención no hay alusión alguna a la actitud por parte de la comunidad sobre estos centros diurnos y sus pacientes. Se da por sentada su participación, no existiendo un conocimiento de los que ocurre con la comunidad frente a la presencia de estos usuarios portadores de patología psiquiátrica severa.
La participación pareciera ser obvia, pero con frecuencia hay “ausencia de la comunidad” en las prácticas que se consideran como tal, pues para que exista ésta, entendida como un territorio, con sus población, recursos y demandas, es preciso que el entramado poblacional pueda participar, tenga acceso a las decisiones y capacidad para involucrarse (Desviat, 2006).
En este contexto entendemos necesario la participación de la comunidad, por lo que la actitud que tenga ésta frente a los pacientes psiquiátricos usuarios de los cetros diurnos, determinará el alcance que tengas los distintos programas de intervención y de reinserción comunitaria a partir del trabajo desarrollado en estos.

Es por eso que la comunidad resulta ser clave en las distintas practicas y técnicas utilizadas, ya que éstos tipos de programas pueden haber demostrado su utilidad en un lugar o en un contexto determinado, en diferentes personas, y en un momento puntual de la enfermedad de los pacientes (Desviat, 2006).

Es por estas razones que conocer las actitudes de la comunidad vecina podrá, entre otras cosas, fortalecer el desarrollo y la implementación del los planes de atención, convirtiéndose en un elemento de potenciación y de mejoramiento al tratamiento brindado a los pacientes con patología psiquiátrica severa.

Para profundizar en esta temática hemos decidido localizarnos en el contexto del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak, perteneciente al Servicio de Salud Metropolitano Norte, específicamente en los dos centros diurnos de esta área: Dr. Enrique Paris y Ruhue, en consideración a que este instituto psiquiátrico atiende a la mayoría de la población portadora de patología psiquiátrica severa de la capital, siendo también un hospital de referencia nacional para patologías psiquiátricas de alta complejidad, y sus centros diurnos alternativa directa de atención ambulatoria para estos pacientes fuera del contexto hospitalario. En consideración a lo anterior, el objetivo de esta investigación es conocer y describir la actitud de los vecinos frente a los pacientes con patología psiquiátrica severa, usuarios de estos centros diurnos


Los OBJETIVOS de este estudio fueron:

Objetivo general

-Conocer la actitud de la comunidad vecina hacia los usuarios de los centros diurnos pertenecientes al Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak.


Los objetivos especificos fueron:
-Describir la actitud de la comunidad vecina frente a los usuarios de los centros diurnos Dr. Enrique Paris y Ruhue pertenecientes al área de rehabilitación del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak.
-Comparar la actitud de las comunidades vecinas a los Centros Diurnos Dr. Enrique Paris y Ruhue pertenecientes al área de rehabilitación del Instituto psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak según variables demográficas.

METODOLOGÍA
Para lograr los objetivos propuestos en esta investigación se utilizó una metodología cuantitativa, empleándose un tipo de investigación Descriptivo15. El diseño de investigación fue no experimental de corte transaccional.

Población Y Muestra.
Consideramos como población a los vecinos de las comunas de Recoleta e Independencia, zonas geográficas donde funcionan los Centros Diurnos Dr. Enrique Paris y Ruhue que forman parte de los programas de salud mental del Minsal para pacientes con patología psiquiátrica severa en la comunidad.
La muestra estuvo compuesta por 202 personas, cuyo criterio de selección fue pertenecer a la junta de vecinos16 que funciona en el entorno donde están domiciliados cada centro diurno.
Esta muestra es de carácter no probabilística, debido a que la participación de las personas fue de forma voluntaria.


CONCLUSIONES

Conocer y describir las actitudes de los vecinos hacia los pacientes psiquiátricos, usuarios los centros diurnos que forman parte del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría, por medio de la construcción de un instrumento de medición para tales efectos, nos permite contar con evidencia empírica sobre como la comunidad, entendiéndola como un agente determinante de éstas políticas en salud mental, percibe a estas personas en un contexto de tratamiento extrahopitalario, pudiendo ser éste nuevo conocimiento, un elemento que fortalezca el desarrollo y la implementación de los planes de atención para pacientes con patología psiquiátrica severa.

Con los resultados encontrados en esta investigación, podemos señalar que las actitudes que presenta la comunidad se pueden explicar a través de tres categorías: aceptación, rechazo y peligrosidad.

Referente al grado de aceptación de los vecinos, ésta esta dada por los grupos más jóvenes de la comunidad, con menor tiempo viviendo en el sector y que no presentan algún tipo de compromiso formal, es decir una responsabilidad implícita: no están casados y/o no tienen hijos. Son personas que por su condición etaria, tienden a estar más relacionados con prácticas de participación y de orden comunitario. Parecen ser un segmento que no tiende a asombrarse ni verse afectado frente cambios en su medio, siendo más pluralistas y abiertos a nuevas tendencias. Son a la vez menos reticentes a las intervenciones o iniciativas llevadas en su entorno. Incluso podrían ser grupo que estaría dispuesto a participar en cambios o iniciativas dentro de su comunidad. Como señala Verdugo (1994), esta actitud parece ser motivada por una función facilitadora de la expresión de valores, ya que estas personas puedan expresar sus creencias obteniendo gratificación y autosatisfacción, aportando a la realización y desarrollo de su identidad personal, formando un puente para su auto-satisfacción. Por lo general, son personas se relacionan constantemente en lugares públicos con personas con algún tipo de enfermedad, en donde las actitudes negativas que podría presentar la sociedad hacia estas personas, suponen un serio obstáculo para el logro de sus objetivos en la vida.

A diferencia de éstos, las personas que tienen más tiempo de residencia en el sector son los que tienden rechazar más abiertamente. Estos grupos están caracterizados por tener creencias arraigadas, con un vinculo y un sentido pertenencia a su barrio más poderoso. En muchos de los casos son las personas con mayor tiempo en el lugar, situados en los rangos superiores de edad, algunos de los cuales fueron fundadores y participaron en la formación y construcción de la comunidad, en el cual están los centros diurnos actualmente. Asimismo, las personas dueñas de casa y jubilados, quienes en definitiva están más tiempo en el sector y realizan sus actividades de rutina diaria en sus hogares y su entorno, son quienes manifiestan más el rechazo. A la base de ésta actitud encontramos una función ego-defensiva (Verdugo, 1994), ya que por medio de ésta, las personas pueden proteger su autoestima o autoimagen frente a distintos conflictos, ya sea provenientes de si mismo o de su medio como es la presencia de pacientes psiquiátricos en su comunidad.

En éste rechazo podríamos considerar una fuente cognitiva y afectiva de la actitud, ya que esta es expresada por reacciones emocionales como culpa y ansiedad a experimentar la enfermedad psiquiátrica, además de reacciones intelectuales como disonancia cognitiva o incapacidad de tolerar la ambigüedad (Verdugo, 1994). La interacción social con un paciente psiquiátrico, desestructura cognitivamente al sujeto, ya que ésta no resulta ser familiar para él, cambiando su interacción social, produciendo evitación y rechazo.

Un aspecto importante a considerar es que la comunidad vecina al centro diurno Ruhue de la comuna de Recoleta, tiende a rechazar más a los pacientes psiquiátricos que los vecinos del centro Dr. Enrique Paris de la comuna de Independencia. Estas diferencias se podrían entender por las características del entorno, en donde la comuna de Independencia se caracteriza por ser una comuna más residencial, con mayor cantidad de casas habitación y espacios públicos comunes como plazas, supermercados, estadios, hipódromos, etcétera. Lo cual no es la realidad de la comunidad vecina al centro diurno Ruhue de Recoleta, que pese a contar con algunas de éstas, se caracteriza por tener una mayor presencia de comercio, fábricas e industrias en su entorno
A la base de éstas actitudes de aceptación y rechazo encontramos una fuente teórica-empírica de ésta, en donde la experiencia de las personas ayuda a entender que los grupos de pacientes psiquiátricos son percibidos de una determinada forma, pero a medida que la persona comienza a desarrollar nuevas creencias relacionadas con ciertos atributos, antecedentes o consecuencias de éstos, surge una nueva actitud, que en definitiva se orienta a una aceptación o al rechazo de los pacientes.

Con respecto manifestación actitudinal de peligrosidad encontrada en la comunidad vecina, ésta es más sentida por los hombres, por personas que no tienen hijos y por quienes han podido acceder a un mayor nivel educacional. En general son personas de las que se espera que tengan responsabilidad ante otros.

Esta manifestación puede ser entendida desde la composición cognitiva y conductual de la actitud, en donde los juicios y creencias manifestados por los vecinos marcan una determinada conducta caracterizada por el temor y la sensación de peligrosidad de ser objeto de algún tipo de daño o riesgo, principalmente hacia personas con las cuales se tiene o posee algún vínculo. Esta sensación de peligrosidad esta dirigida hacia otros, es decir, es experimentada por el sujeto en relación a otras personas y a la posibilidad de riesgo, inseguridad y amenaza.
Por otro lado el la composición afectiva de la actitud media en ésta sensación de percibir mayor o menor peligro, entendiendo que para que exista un carga afectiva a favor o en contra del objeto actitudinal en cuestión, manifestada en este caso en la sensación de peligrosidad, es necesario que exista una representación cognitiva, de creencias sobre los pacientes psiquiátricos.

En consecuencia podríamos constatar la presencia de prejuicios hacia los pacientes, lo que nos podría explicar en parte la sensación de peligrosidad ante éstos, considerando que las fuentes conscientes de las actitudes negativas, son asociadas con la responsabilidad personal o moral, produciendo sentimientos de contaminación y heredabilidad que van a determinar éste tipo de actitud en los vecinos.

En general, la mayoría de las actitudes son aprendidas a través de la experiencia. Ello nos permite expresar que en la medida que los vecinos conozcan, compartan, cohabiten o interactúen con los pacientes, sumado a un conocimiento real y no distorsionado sobre los alcances de la enfermedad mental, permitirá que la representación varié por medio de la información cognitiva, afectiva y conductual asociada a los usuarios de los centros diurnos.
No debemos de olvidar que las enfermedades mentales tienen dimensiones físicas, psíquicas y sociales diversas, lo que nos permite hablar de una unión de tres elementos: bio-psico-social, por lo que la relación que tenga un paciente psiquiátrico con su entorno determinará en gran medida su evolución en el tratamiento, elemento central en los planes de rehabilitación impulsados por el estado.

La literatura consultada en esta investigación17 nos confirma la existencia de desinformación sobre la realidad de las enfermedades mentales por parte del común de las personas. Este aspecto podría ser un elemento amenazador para el logro del trabajo con los pacientes en miras de una reinserción.

Es así que las creencias que se tienen sobre las enfermedades mentales se ven afectadas por varias fuentes de información que los miembros de la comunidad tienen acceso. A menudo los medios de comunicación parecen perpetuar falsas creencias por medio de las imágenes y dichos que transmiten habitualmente a la comunidad. Sin embargo, por el potencial que representan los medios de comunicación, podrían resultar claves para promover información clara y ajustada a realidad, mejorando de paso los niveles de educación, sensibilización y conocimiento de la población como ocurre con otro tipo de enfermedades (enfermedades pulmonares, cáncer o VIH).

Como se ha señalado anteriormente, parece haber más consenso y convencimiento en la comunidad científica y médica en que el modelo de atención extrahospitalario parece ser más beneficioso para la rehabilitación de los enfermos psiquiátricos, en la inclusión de nuevas formas de atención a la par de la farmacológica. Ante esto, vale la pena preguntarse si estos beneficios son resultado de la desinstitucionalización, es decir, por el simple hecho de no estar recluidos en un hospital o por la interacción e integración a la comunidad, que sin saberlo se hace parte central de su tratamiento.

El paciente psiquiátrico que forma parte de los planes de reinserción debe estar en condiciones estables, con su enfermedad compensada. Por lo que resulta de suma importancia considerar el tratamiento farmacológico como aspecto básico para poder mantenerlos estabilizados y aptos para interactuar con la comunidad.

En el contexto de nuestra investigación, la mayoría de los pacientes que se atienden en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz Barak y que son usuarios de los centros diurnos, son usuarios del sistema público de salud, lo que les permite a un gran porcentaje recibir el tratamiento farmacológico gratuitamente

Este punto no es menor en la reinserción de los pacientes a la comunidad, ya que en el caso de los esquizofrénicos de primer brote18, éstos se pueden acoger a la Plan AUGE19 y así acceder a medicamentos de ultima generación como la Olanzapina20, medicamento muy efectivo, de alta adherencia, pero de alto valor económico, que si no fuera por esta ley, muchos de los pacientes no podrían obtenerla. Sin embargo, este medicamento es entregado solo por el periodo de un año, por lo que cumplido este periodo, son los propios pacientes y sus familias quienes deben costearlo, resultando imposible paramuchos debido a sus altos costos, obligándolos a tomar otras alternativas de tratamiento medicamentoso.

Esta situación incide directamente en la condición de vida de los pacientes, quienes al verse forzados a modificar su tratamiento farmacológico, pueden presentar las dificultades asociadas a este cambio como son la adherencia al nuevo fármaco, descompensarse y sufrir recaídas. Cuando un enfermo psiquiátrico no lleva un tratamiento adecuado, aumenta los síntomas de la enfermedad y sus efectos secundarios estigmatizantes como temblores, pereza, falta de espontaneidad, al mismo tiempo de que actué de manera antisocial, poniendo en riesgo su vida, la de los demás, junto con potenciar en la comunidad actitudes negativas de rechazo y peligrosidad..
Es así, que para trabajar con la comunidad, parece necesario considerar distintas alternativas en la intervención, la cual va a estar determinada según el grupo de la comunidad objetivo a trabajar, para lo cual contar con evidencia sobre ésta, como el conocimiento de sus actitudes, permitirá enfocar y optimizar las diversas intervenciones que se desarrollen.

Es por esto, y entendiendo las particularidades de una enfermedad psiquiátrica severa, sugerimos que éstas estrategias estén centradas en un primer momento en el individuo, con el objetivo de conseguir que el paciente desarrolle las habilidades necesarias para su interacción con la comunidad. Asimismo, la potenciación de estrategias de carácter comunitario, persiguiendo el desarrollo de los recursos ambientales necesarios para reducir los potenciales factores que atenten al tratamiento y que en definitiva busquen el máximo desarrollo de las posibilidades que la comunidad pueda otorgar a los pacientes para su reinserción.

Por lo tanto, creemos importante desde esta perspectiva, desarrollar intervenciones con las personas que generan mayor aceptación hacia los pacientes psiquiátricos, ya que estos permitirían establecer lazos más sólidos con la comunidad y bajar los umbrales de resistencias posibles provocadas por el rechazo y la peligrosidad en el resto de la población. En este caso aprovechar a los grupos más jóvenes, a los que no tienen algún tipo de compromiso formal y a la gente con residencia más reciente, pareciera ser una puerta para optimizar la intervención y el desarrollo de vínculos con los pacientes psiquiátricos.

Es posible que desde éstos grupos se puedan generar políticas de trabajo que orienten y sistematicen el proceso de una intervención que no solo nazca desde las políticas ministeriales o de Gobierno, sino además desde los grupos directamente involucrados, es decir de la comunidad que participa e interactúa en la rehabilitación de los pacientes psiquiátricos. Es por esta razón que una comunidad bien informada, permitirá potenciar el desarrollo de intervenciones y la apertura de espacios para los usuarios de los centros diurnos en la comunidad.

Se recomienda además, que el trabajo con la población que rechaza más y experimenta mayor sensación de peligrosidad, debiera estar orientado según las especificaciones y características demográficas presentadas en esta investigación, desde ellos mismos, procurando un modelo que permita según las necesidades y actitudes más sentidas por la comunidad el trabajo y desarrollo de intervenciones bajo los modelos y políticas ministeriales de salud mental. Así, donde el rol informativo, tanto de los medios de comunicación como directamente del gobierno a través del ministerio de salud, hospitales y entidades comunitarias organizadas, persiga una estrategia educativa e informativa.

En la medida que manejemos mayor información sobre lo que pasa con la comunidad nos permitirá poder realizar una toma de decisiones concordante con el tratamiento de los pacientes psiquiátricos y sus particularidades.

Podemos señalar que todos somos parte de la comunidad, y en bajo esta premisa los paciente psiquiátricos también. Entonces, el aprovechar a ésta como eje del tratamiento, a modo de agentes activos y no estáticos de ésta rehabilitación, otorga la posibilidad de mejoría o al menos de compensación de los estados anormales.

Resulta saludable entonces, la implementación de políticas que sitúen al paciente psiquiátrico fuera del hospital y lo reinserte en la comunidad. El Plan Nacional de Salud Mental y psiquiatría busca el cambio progresivo de esta atención. Pero este reinsertar no puede ser azaroso, tiene que ser parte de un régimen de tratamiento que sea responsable tanto con el paciente como con la comunidad. Ante esto, no es lo mismo ubicar a un grupo de pacientes en cualquier lugar o zona de la comunidad. Como se ha señalado, la comunidad que recibe a estos grupos reacciona, toma una posición, en definitiva una actitud frente a esto.

Los planes de salud mental hablan en general de la comunidad, pero no la consideran de forma sustancial. Consideramos desde la perspectiva de la psicología social comunitaria, que la participación es un elemento clave para desarrollo y éxito de éstos, entendiéndola como un proceso que se caracteriza por ser organizado, que es incluyente, donde interactúan distintas personas que tienen un grado de compromiso orientado por valores y objetivos compartidos, en cuya consecución se producen transformaciones comunitarias e individuales (Montero, 2004). Pero desde esta lógica, la participación comunitaria podría estar siendo considerada como un medio para poder poner en marcha éstos planes de salud mental o como propone Bazziani (Miranda, 2005) a modo de interrogación señalando, si ésta siendo utilizada más bien como un medio o como un fin por parte del Estado para aplicar y llevar a acabo sus políticas en salud mental.

Ante esto, el rol que ejerza la comunidad se hace fundamental e indispensable por medio de desarrollo y la utilización de las redes comunitarias, entendiendo a éstas como una estructura que permite difundir y detener, actuar y paralizar, a las personas y en especial los pacientes psiquiátricos, junto con otorgarles apoyo, refugio y recursos.

La interacción es imprescindible, y la potenciación de los diferentes recursos de la red permitirá poder ahondar en la mejora y en definitiva en la consecución de beneficios para el tratamiento de los pacientes, permitiéndoles la integración, fomentando y fortaleciendo la participación social, abriendo espacios para la interacción con la comunidad, movilizándola e incorporándola como parte de la solución de los diferentes conflictos existentes y especialmente en la optimización de los planes y políticas ministeriales de salud mental.

Un aspecto elemental que se puede lograr por medio de las redes es que cada entidad involucrada, ya sea ministerio de salud, hospital psiquiátrico, centros diurnos, juntas de vecinos, clubes afines o los propios vecinos de la comunidad, pueden concentrarse en aquello que es su misión específica, delegando en otras piezas de esta red, aquellas funciones que son parte esencial de su eficiencia y su eficacia en el logro de las metas u objetivos que se proponen alcanzar.

En este escenario, otro elemento importante, es al aporte de nuestra disciplina y en definitiva del rol del psicólogo dentro de éstas políticas y en el desarrollo del trabajo de atención en la comunidad para los pacientes psiquiátricos. Los equipos de trabajo de ésta área en general son de carácter multidisciplinario, en donde la participación del psicólogo parece, a juicio de los investigadores, no estar lo suficientemente posesionado. Esto puede deducirse en la participación directa en del diseño y ejecución o en la toma de decisiones respectos a los alcances de los diferentes dispositivos de atención. Parece existir una tendencia, por parte de estos equipos, a ver un rol de psicólogo clínico21, por lo que la participación de éste desde una perspectiva como la comunitaria, pareciera no tener cabida principalmente debido al desconocimiento por parte de los actores responsables y al tradicional modo de intervención del psicólogo en el contexto de la atención en salud mental.

Cabe mencionar, desde nuestra óptica de investigadores, que existe una fuerte cuota de responsabilidad de los propios psicólogos, ya que pareciera que éste no se ha sido capaz de trabajar desde una especialización distinta, como es la psicología comunitaria, manteniendo una formación principalmente clínica para trabajar en aspectos de orden comunitario, denotando en muchos casos falta de competencias e interés en las distintas problematizaciones que se dan en este contexto.

La inclusión o la potenciación de la presencia del psicólogo permitiría desde un rol comunitario, entre otras, facilitar el cambio y no protagonizarlo, lo que constituye el énfasis primordial del emporwement de la comunidad. En este sentido el psicólogo desarrolla recursos y potencialidades, dinamiza relaciones entre los distintos niveles de la comunidad, facilitando los procesos de cambio y transformación social. Aporta con un carácter social y educativo, interviniendo en la comunidad desde una perspectiva más informativa y preventiva que paliativa, con un carácter experimental y adaptativo a las necesidades y problemáticas que se dan en la comunidad y en el plano de la salud mental comunitaria.

Esta última característica hace referencia al aspecto constructivo del rol del psicólogo comunitario a diferencia de la especialización y tecnicismo del psicólogo clínico que ha intervenido en esta área.

Lo expuesto en los párrafos anteriores nos permite determinar la importancia que tuvo conocer la actitud de los vecinos frente a la presencia de pacientes psiquiátricos. Según lo señalado, el Plan Nacional de Salud Mental y psiquiatría, que puso en marcha dispositivos de atención fuera del contexto hospitalario, teniendo como objetivo buscar la reinserción social y laboral de pacientes con patología psiquiátrica severa, asume como destino la comunidad, lo que nos permite poder conocer más de ella y así aportar al mejoramiento de los distintos planes y las prácticas en el tratamiento de los pacientes psiquiátricos.

Consideramos además, que al no existir investigaciones de esta naturaleza, que aporten científicamente al conocimiento de lo ocurre con la comunidad frente a la implementación de los distintos dispositivos de atención para pacientes psiquiátricos dentro del contexto del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría, convierte a ésta investigación en un primer paso, para el mejoramiento o al menos para el cuestionamiento de las políticas ejercidas con el tratamiento de los pacientes en la comunidad, aportando desde una realidad especifica como los vecinos a los centros diurnos pertenecientes al hospital psiquiátrico mas importante del país.



12 Hogares Protegidos, Clubes de Integración Social y Centros Diurnos de Rehabilitación Psicosocial
3 Bajo la definición de personas con enfermedades psiquiátricas severas cabe una variedad de patologías, esencialmente psicosis esquizofrénicas, trastornos afectivos bipolares de curso complicado, trastornos severos de personalidad, retardo mental y adicciones. 7 Véase Estigma, Discriminación y Trastorno Mental en http://www.portal.vozprosaludmental.org.mx/;
15 La naturaleza de este estudio no considera la incorporación de hipótesis (Hernández, Fernández & Baptista, 1998)
16 Juntas de vecinos se definen según la ley Nº 19.418, Titulo I, Articulo 2 letra B como las organizaciones comunitarias de carácter territorial representativas de las personas que residen en una misma unidad vecinal y cuyo objeto es promover el desarrollo de la comunidad, defender los intereses y velar por los derechos de los vecinos y colaborar con las autoridades del Estado y de las municipalidades. (http://munivaldivia.cl/dideco/ orcomunitarias/ley/1.html)
18 Definición establecida para señalar la primera aparición del periodo psicótico en los pacientes esquizofrénicos.
19 Plan de Acceso Universal con Garantías Explicitas.
20 Neuroléptico de última generación.
21 En el manual de Orientaciones técnicas para el funcionamiento de los hospitales de día (Minsal, 2001) Se especifica un rol clínico del psicólogo

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